¿Viviremos para presenciar su fin?

En 1695, Edmond Halley descubrió que los eclipses registrados en la historia antigua no coincidían con los cálculos de los tiempos o lugares en los que había sucedido en realidad.

A partir de este supuesto “error”, se utilizó la nueva teoría de la gravitación universal de Isaac Newton (1687) para calcular cuándo y dónde deberían haberse observado los eclipses antiguos y compararlos con otros fenómenos similares de hasta 2 mil años antes.

Tampoco funcionó. Halley tenía gran confianza en la teoría de la gravitación y resistió la tentación de concluir que la fuerza de gravedad cambiaba a medida que pasaba el tiempo.

En cambio, propuso que la duración de un día en la Tierra debía estar aumentando lentamente; es decir, que su rotación estaba disminuyendo.

Si la rotación de la Tierra estaba volviéndose más lenta cada vez, su relación con la Luna también debería estar cambiando, haciendo que el satélite natural se alejara una órbita, donde viajaría más lentamente.

Si hace dos mil años la Tierra hubiera girado del mismo modo que en tiempos de Halley, los cálculos sobre los eclipses antiguos sí tendrían correspondencia.  

La luna está alejándose de la Tierra a una velocidad de 3.8 centímetros por año. A medida que ésta parece más lejana, su proyección en la Tierra se hace más pequeña, por lo que los eclipses totales se vuelven más raros.

Cuando la distancia media de la Luna aumente a 23.410 kilómetros, el cuerpo celeste será demasiado pequeño para cubrir todo el sol, incluso cuando la órbita elíptica de la Luna esté más cerca de la Tierra.

Por lo que los eclipses totales ya no serán posibles.

¿Cuándo sucederá esto? Bueno, aquí tenemos una buena noticias (más o menos), ya que el último eclipse solar total tendrá lugar en 620 millones de años a partir de ahora.

Así que aún tenemos tiempo de apreciar uno de estos majestuosos eventos.

Estemos pendientes del siguiente que vendrá en el mes de agosto y disfrutemos de oportunidades únicas.